La serenidad no llega de repente. Se va experimentando a lo largo de nuestra vida cuando nos transformamos y experimentamos los cambios que acontecen de forma natural sin drama, sin juicio. En ese justo momento nos damos cuenta que ha llegado a nosotros de un modo natural.
No se trata de hacer o de dirigir, se trata de vivir todo lo que nos sucede, especialmente lo que aparentemente no nos gusta desde la aceptación y la rendición a lo que es, un puro proceso de transformación.
Así llega la serenidad, desde la calma, desde la parte más intrínseca de nuestro ser, desde lo profundo. Y llega para quedarse. ¡Bienvenida seas serenidad!